El edificio es una construcción estilo “Palapa” junto a un tramo de carretera que en años recientes fue absorbido por la mancha urbana. El lugar tiene una decoración simple, con pinturas, conchitas, adornos y manteles del tipo de fonda de costera, sin embargo en el fondo predomina una barra bien surtida que hace me pensar en una cliente de Godínez de “medio pelo” que buscan restaurantes alejados y escondidos para usar como escenario de sus fiestas, reuniones y aventuras.
Cuando vi la carta tarde un muy buen rato en seleccionar mis alimentos ya qie la mayoría de los sus platillos me parecían muy básicos, simplones y bastante old fashion. Cuando llego la comida me brincó su emplatado de mercado que combinaba perfecto con su cristalería (o mejor dicho plastilería) desgatada y de mala calidad. Quiero aclara que soy afín al consumo de mariscos en el mercado, carritos u otros tipos puestos ambulantes, pero hago esta comparación por que los precios del restaurante son excesivos para lo que ofrecen.
Puedo rescatar el servicio y las ligeras caricias de sazón costeña, sin embargo me parece que este restaurante necesita de manera urgente una amplia renovación para alcanzar a una mayor cantidad de clientes y no solo esos que llegan por nostalgia o para aprovechar su ubicación.
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