El paseo de la presa en la ciudad de Guanajuato, es una colonia que cuenta con grandes casas de estilo afrancesado, una iglesia neogótica, un jardín (también de estilo francés), el palacio de gobierno (sede del gobierno estatal) así como la presa de la olla, un elemento icónico de la ciudad. Esta zona fue creada en el porfiríato como lugar de descanso para las familias privilegiadas, y hoy en día cuenta con un par de los hoteles más exclusivos de la ciudad, así como algunos restaurantes con interesantes propuestas gastronómicas, un ejemplo es el “México Lindo y Sabroso” un restaurante de comida mexicana, el más antiguo de la zona y sobre el cual hablaré en esta entrada.
El México Lindo y Sabroso se ubica en una antigua casa con un pórtico, vista al palacio de gobierno y al jardín Florencio Antillón, para respetar la estructura original de la casa las mesas están dividas en diferentes salones, el pórtico y un patio central, todo decorado con artesanías michoacanas.
Fui un viernes en la tarde, así que junto con mis acompañantes escogimos una de las mesa en el patio central, espacio tranquilo e ideal para relajarte después de una semana de trabajo pesado.
Desde la llega el servicio fue malo, los meseros tardaron en darse cuenta que habían llegado clientes y tras un rato de espera pudimos pedir una ronda de bebidas y unos sopes como entrada (Son tres de tamaño no muy grande pero de buen sabor y perfectos para abrir el apetito).
Tras un rato de cazar al mesero, pudimos pedir los platos fuertes, el primero fue uno de mis favoritos en ese lugar, las enchiladas México Lindo, un platillo con 3 tipos diferentes de enchiladas, 2 verdes (de las tres tipos estás son las que menos me gustan, pero admito que no son malas), 2 enchiladas (las típicas de Guanajuato, acompañas con papa y zanahoria) y 2 enmoladas (con un mole de buen sabor y suave al estómago).
Otro de los platos que pedimos fueron unos panuchos, un platillo clásico de la gloriosa cocina yucateca que consta de una tortilla frita en manteca, rellena de frijol y coronada con cochinita pibil, lechuga y cebolla morada. La verdad es una cosa buenísima, pero tal como suena es tremendamente llenadora.
El tercer platillo fue un mole verde con pollo y arroz, algo muy simple y de sabor regular, la verdad en comparación a los otros dos se quedaba algo corto.
De los tres platillos y la entrada les puedo decir que, en general, las porciones eran abundantes y el sabor bueno, pero me parece que los precios son algo excedidos, sobre todo tomando en cuenta la pobre presentación, lo gastado de la cristalería y pésimo servicio.
Que sitio tan bonito!
Un saludo
Mia.
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