En la ciudad de Guanajuato la celebraciones del Día de la Flores concluyen con un un desayuno en el centro de la ciudad.

Este almuerzo funciona como descanso para los enfiestados que pasaron la noche en vela en alguno de los distintos bailes de las flores. Por ello a las primeras hora de la mañana, comienzan a buscar lugares donde comer algunos ricos chilaques, así como cualquier otro antojito que ayude a cortar o disminuir los efectos de una noche de juerga.

Pero este desayuno colectivo, no es exclusivo de enfiestados y/o trasnochados. Ya que junto a la llegada del sol, la ciudad se va llenado de personas con ropas coloridas, vestidos de manta o guayaberas que, acuden a una ciudad que luce completamente diferente. En ella podemos encontrar calles llenas de flores fresca y aromáticas, flores y figuritas de papel que representan todo tipo de personajes de la cultura popular, huevos llenos de confeti o incluso de harina, antojitos, dulces y figuras de papel maché, constituyen la escenografía efímera del Viernes de Dolores.

Para una ciudad con una fuerte tradición católica como Guanajuato, esta tradición concede a los habitantes un permiso especial para el pecado, algo así como un respiro previo a la Semana Santa en el cual algunos excesos, son socialmente bien recibidos.











